Difusión Difusa

viernes, noviembre 29, 2013

Suicidio en Facebook

El suicidio de una chica mexicana en Facebook, a principios de este mes de noviembre, del que me enteré por un tuit de @koffer en el que se preguntaba por qué Twitter le tenía que mostrar las dos fotos, para él bastante impactantes, que circulaban por la red sobre el suceso. Yo sólo vi una, la de la chica, aún viva, con una tela anudada al cuello, que ella misma adjuntó a su último mensaje en Facebook. La otra, que no llegué a ver, seguramente porque no me apliqué demasiado en la búsqueda, creo que se correspondía con una imagen tomada justo cuando encontraron el cadáver.

Todo el asunto había despertado, en cuestión de horas, una multitud de comentarios en estas dos redes, me imagino que también en otras que no utilizo. En un primer momento eran de impacto, tanto por el hecho en sí como, y sobre todo, por la decisión de la chica de lanzarlo al aire, no como una amenaza, sino como una llamada de atención sobre un estado de ánimo previo, casi simultaneo, a una decisión personal irrevocable, que llega, por amplificación y rebotes, a cualquier usuario de internet. A continuación y sin solución de continuidad, empezaron a aparecer comentarios macabros y jocosos. Por último, aparecieron los juicios, tanto de la propia acción como de las personas que aprovechaban la ocasión para bromear sobre ella. Adhesiones y burlas. Desde analizar un suceso trágico como una muestra de exhicionismo in extremis a posicionarse en el papel de cualquiera de los implicados en el suceso: ella misma, el novio por el que se sintió traicionada, sus padres, sus amigos, los usuarios de la propia red, etc. para, desde uno de estos roles, juzgar a los demás, tanto en positivo, como en negativo, condenando o absolviendo.

Para mí, la acción de la chica no deja de ser más que un acto expresivo desesperado que tiene la particularidad de que se hace público para todas aquellas personas con las que comparte su perfil, las cuales, recibirán en sus dispositivos móviles alguna señal acústica que les indique la entrada de este último mensaje de adiós y que, si es leido en ese instante, coincidirá con una agonía que no podrán parar aunque traten de evitarla también de manera desesperada. Una vivencia que dejará una huella imborrable y terrible, provocada más por los automatismos de la propia red social que se utiliza que por la propia intencionalidad de la chica.

Creo que, tanto los comentarios en tono de broma como los jucios posteriores, se pueden entender dentro de una estrategia de distanciamiento, que contrasta con el mazazo trágico de la primera impresión pero que resulta común utilizar, para compensar la empatía inicial descontrolada, tan propensa a caer en la anomia, es decir a replantearnos si los códigos, los instrumentos, los fines que nos suministra nuestro sistema social no estarán equivocados y sean ellos los que nos destruyen como individuos o como seres sociales.

Fotograma de MPDG (2013) de Pablo Maqueda
Diez días después me encontré en el Diagonal un enlace a la película "Manic Pixie Dream Girl" que retrata la misma situación y que se rodó hace unos cuantos meses.

Un nuevo problema de perspectivismo: Lo que es real para unos es irreal para otros. Una de las premisas que manejamos con los soportes tecnológicos, como antes se hacía con una hoja o un lienzo en blanco, es que mi mundo interior se puede materializar, por lo menos en parte, en entornos virtuales que, a fin de cuentas, en su mayoría se construyen con pedazos de realidad, lo mismo que la propia realidad en la que vivimos y que no se corresponde con la totalidad de la realidad sino con la suma de nuestras necesidades, intereses, frustraciones e, incluso, con nuestros pequeños logros.