Difusión Difusa

miércoles, junio 20, 2007

y tú ¿por qué no escribes?

Acabo de terminar de leer Bartleby y compañía de Vila-Matas.
Aunque se mueve sobre todo dentro del ámbito de la literatura, podría definirse como un ensayo sobre la renuncia voluntaria a la creación.
Sostiene el autor la posibilidad universal de ser creativo y va repasando las justificaciones esgrimidas para no serlo: Desde el bloqueo hasta el cuestionamiento de la propia utilidad del acto creativo, pasando por el creador compulsivo que niega su propia obra.
En mi caso, este breve texto me ha servido de paraguas donde resguardarme de mi propio pudor.

miércoles, junio 13, 2007

Saquemos a la niña del infierno

Ayer vi Tideland.
No me pareció lenta.
Ni larga.
Más bien bastante sencilla, directa y coherente en sí misma.
Encontré la puesta en escena de una contención modélica, para lo que podía esperarse.
Sólo la pasión por la taxidermia me resultó un recurso fácil, metido con calzador.

¿Qué está construida con referencias ya utilizadas y, algunas, demasiado vistas? Pues me temo que sí.
¿Qué el epílogo salvador derrumba el edificio construido a lo largo del metraje? Pues también, pero, por lo visto, había que sacar a la niña del infierno.
La pregunta clave sería: ¿realmente, estaba en el infierno?

jueves, junio 07, 2007

Dedicado a Pepe Rubianes

No sé si ya lo he contado alguna vez, pero un practicante convencido, ya sea cristiano o musulmán, no tolera que haya gente que no tenga la religión entre sus pensamientos diarios; lo mismo le pasa a cualquier fanático del futbol; no asume la indiferencia que éste despierta en la mayor parte de la población. Por no hablar de los defensores del nacionalismo de cualquier signo que no te permiten no posicionarte y que te condenan si expresas tu desinterés por sus principios fundamentales.

Pero esto va más allá. Quién no ha hablado con un abogado, economista o ingeniero que se encuentran convencidos de que el mundo gira entorno a la disciplina que ejercen, sin darse cuenta que, sólo en contadas ocasiones, nos acordamos de ellos porque su contribución para hacernos más feliz la vida es bastante escasa.

Harto de escuchar a tantos colectivos que se creen el centro del universo y el puto ombligo del mundo, que son incapaces de ver más allá de sus propias narices pero ejercen de portavoces de la humanidad, sólo desearía que su exceso reduccionismo ramplón les indigestase de una vez. Eso sí contribuiría a la felicidad del mundo.