Viendo, y oyendo, KillBill, me vino a la memoria la secuencia de La Flor de mi Secreto de Almodovar, donde se ve como la novelista protagonista subraya y entresaca frases de las páginas de sus escritoras favoritas, para construir con ellas sus best sellers romáticos. También recordé al personaje del crítico literario, que ve en ella una genialidad que pocos reconocen.
Con esto del 250 aniversario de algo relacionado con Mozart, he vuelto a pensar en una pelicula sueca que vi en la tele siendo adolescente, cuya banda sonora utilizaba el concierto nº 21 para piano y orquesta de Mozart: Elvira Madigan de Bo Widerberg.
La verdad, aunque recuerdo ciertas secuencias nítidamente, creo que debería revisarla de nuevo para poder hablar de ella.
Estoy pensando que, de todas maneras, como un simple recuerdo o un pequeño deseo puede ir creciendo hasta crear una sensación de ansiedad por alcanzar algo, en este caso, volver a ver una película, para ver si esos sentimientos confusos, tal vez distorsionados, pero agradables que se mantienen. El problema se encuentra en que, a veces, una vez logrado este objetivo, nos invada una sensación de frustración, que no era precisamente lo que esperabamos al iniciar el camino. Algo que hace unos día me hacia notar mi amigo radiogeno, en su deseo, no sólo de volver a ver Alphaville de Godard sino poseerla y devorarla. Cómo somos, eh?.
